jueves, 26 de septiembre de 2013

Radio Arucas en 107.9




Antonio González Morales: "Cuando trabajaba de noche eran las bestias las que me guiaban por el camino. En esa época no había linternas"

En el programa 'El barrio' de Radio Arucas nos fijamos en la profesión de 'Arriero'. Según la Real Academia de la Lengua, un arriero es una persona que trajina con bestias de carga.

Antonio González Morales nació en 1928 en Montaña de Cardones, su padre era zapatero y, contando con él, tuvo 18 hermanos y hermanas. Con 13 años, debido a las necesidades económicas, tuvo que dejar de ir al colegio para comenzar a aprender el oficio de arriero. Algunos de sus hermanos también fueron arrieros y aprendieron de un tío materno, Pedro Morales.

Podcast: http://www.ivoox.com/antonio-gonzalez-morales-arriero-26-septiembre-audios-mp3_rf_2391670_1.html

Lo primero que aprendió Antonio fue a cargar los animales, luego a embardar. Después estuvo trabajando de cuadrero, cuidando burros, poniéndoles de comer y enseñando a la gente a cargar. Tras realizar el servicio militar comenzó con el “trajín” de las bestias, estuvo unos años de arriero, por su cuenta, luego 15 años trabajando para los “Medina” y finalmente, se retiró con Andrés.

La jornada de trabajo, normal, de Antonio comenzaba (entre las 2 y media las tres de la madrugada, había veces que las herraduras de las bestias despertaba a la gente) con limpiar bien los animales (burros y mulas, sobre todo), se le lavaban las patas, luego se le colocaba a la bestia la albarda, la cincha, el sálamo (bozal), el paño, los cabezales, el macho, el freno, las colchonetas, la angarilla etc., para posteriormente comenzar a cargar y a llevar mercancía (fruta, estiércol, tierra, adoquines, incluso bloques de obra, etc. En una sola mañana llegó a transportar hasta 200 racimos de plátanos). Antiguamente, cuando comenzó este arriero a practicar su profesión existían unos serones grandes de palma, como esteras o cestas, que se usaban para cargar, luego utilizaba otros instrumentos (cajones, angarillas, etc.). Al terminar la jornada, a las siete de la noche, D. Antonio le quitaba la albarda a los animales, los volvía a limpiar y les daba de comer, ese era el único momento del día que los animales podían comer (generalmente se le ponía un balde de millo y los fines de semana se le añadía un poco de paja seca con afrecho, pero poco, porque el afrecho es mortal para las bestias mulares y cuatro hojas de platanera). Lo que si había que ponerle de manera constante era agua limpia para que los animales bebieran.

Según Antonio el mejor animal para carga, y que más olfato tiene para salir por una vereda, es la bestia mular (que puede llevar hasta 200 kg. de peso, cuatro sacos de guano de 50 kg. cada uno), pero también es el animal de más mal genio, si puede, intentaba comerse la fruta que él mismo transporta (por eso se les ponía un sálamo). Según sus propias palabras “como usted tenga un viaje, ya puede ser lo oscuro que haya, que no se echa fuera del camino, se trabaja mejor por la noche que por el día, la bestia mular es el mejor todavía para la vereda”. Incluso, comenta este arriero que si en medio de un camino se atraviesa una persona acostada, la bestia mular no pasa, se queda quieta hasta que la persona se levanta, o se quita. Una vez, incluso, hacía tanta oscuridad, que tuvo que salir de un barranco agarrado del rabo de una mula.

En algunas zonas de Arucas llegaron a trabajar hasta 11 mulas a la vez (en Cardones), su padre llegó a tener hasta 3 bestias, su tío Pedro Morales 2 y él mismo también hasta 2 mulas y luego 1 burro. Hoy día, que nosotros sepamos sólo quedan 3 burros en activo (uno en El Cerdado, Santidad, otro que trajina en el Barranco de Arucas y otro en el Lomo de Quintanilla), si bien pueden existir más en otras localidades de Arucas.

Según Antonio, cada albarda se hacía a medida, con paja de centeno y con una especie de paños, para cada animal, incluso si se moría, no le servía para otro. De igual manera pasaba con las herraduras, cada animal llevaba la suya. En cuanto a los precios de los animales, el padre de Antonio compró un mulo a 1.500 pesetas, eso fue hace cincuenta años y, según Antonio hoy día no vale ni 1.500 pesetas (aproximadamente 9 euros) unos calzoncillos.

Por otra parte, en relación a las enfermedades que sufrían, normalmente, los animales, eran la cantela o una uña (herida que se le formaba del roce, el sudor, etc. en el lomo, al tener tanto tiempo la albarda puesta), se curaba lavando la zona infectada y poniendo miel de abeja. Si la uña estaba criada se le ponía pita zábila, de la que quema, la majaba con una piedra, le sacaba el zumo y, después, se arrancaba el cuero y luego se lavaba con agua y jabón de subasto. Sin embargo, era tanta la necesidad de trabajo, que este arriero estuvo muchos meses sin quitarles la albarda a los mulos.

Por último, Antonio comenta que, hasta hace 20 ó 30 años, las serventías eran muy respetadas y que tenían que medir entre un metro y medio y dos metros de ancho, para que pasase un burro con angarillas.

(Datos extraídos de la entrevista realizada, en septiembre de 1999, a D. Antonio González Morales, que fue publicada en el número 41 de la Revista La Vinca (A. Jiménez Medina y J. Zamora Maldonado, 2002: 24-27).

'El barrio' se emite de lunes a viernes, de 10 a 12 del mediodía. (Redifusión: 20 horas).

F.RArucas

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