“A la radio no le queda mucho tiempo de vida, ya fue superada desde hace varios años por otras tecnologías modernas”. Esas fueron las palabras
de un profesor que nos hablaba del futuro a propósito de un texto del libro de Ciencias Sociales. Era 1984.
Y, en ese entonces, sus palabras sonaban acertadas, ya que estaciones de radio tradicionales, que habían sido cuna de famosos artistas
nacionales como Pedro Infante o Agustín Lara, ya no eran ni la sombra de lo que habían llegado a ser por allá de los años 50s e, inclusive,
retransmitía programas de televisión, como los noticiarios estelares de la TV privada o el programa de variedades de los domingos.
La radio FM en la primera mitad de los 80 no tenía locutores (eso era algo exclusivo del AM) y se limitaba a transmitir tres minutos de canciones y
unos cuatro minutos de publicidad, además de que la variedad de su música era la mínima posible. Era cierto, la radio estaba muriendo.
Pero el 19 de septiembre de 1985, un terremoto hizo que la Ciudad de México quedara prácticamente incomunicada, sin electricidad, sin teléfono y
sin televisión, pero el único medio que permaneció al aire durante las primeras horas fue la radio, la cual podía escucharse con dispositivos móviles
de baterías y sin necesidad de instalar una antena (como hasta hoy, pues). Así, esa mañana se volvió memorable una transmisión radiofónica del
periodista Jacobo Zabludovsky, quien era el único comunicador que contaba con una tecnología poco común en el País en ese entonces: un
teléfono móvil. No había telefonía celular, sino que más bien era un radioteléfono instalado a bordo de su lujoso Mercedes Benz, el cual condujo
entre los escombros del Centro Histórico mientras narraba la devastación de la ciudad. Esto demostró que la radio no estaba muerta, al menos en
México, y le ayudó a impulsar una especie de “segundo aire” en el que se hicieron populares formatos novedosos, como los noticiarios de larga
duración (aunque ya existían algunos, como “Monitor” de José Gutiérrez Vivó, lo cierto es que, hasta entonces, los programas radiofónicos de
noticias solían durar unos 10 minutos como máximo) y conceptos de radio musical, como Rock 101 o WFM, donde locutores jóvenes, como Luis
Gerardo Salas, Charo Fernández, Martín Hernández y Alejandro Gonzáles Iñárritu (sí, el que ganó el Oscar en 2015) le ponían voz al FM, con tonos
irreverentes y transmitiendo lo último de la música que se generaba en el mundo.
Hoy, 30 años después, un exalumno de la universidad me dijo “¿ya quién escucha radio? Todos traemos música en el teléfono”. Y sus palabras
también suenan ciertas en pleno 2015. Pero, en contraste, hoy en la radio hay más intentos de experimentación y libertad de expresión en niveles
que eran impensables en los 80; más música y variedad de voces y géneros que en cualquier otro momento de su historia, por lo que afirmar que
está muerta es muy aventurado.
El asunto es que pocos se han puesto a analizar que lo que ahora le falla a la radio es otra cosa importante: la audiencia.
Así, para muchos, la música de iTunes o Spotify hace innecesario esperar para escuchar una canción, y las opiniones vertidas en Twitter –o en un
podcast para los más pacientes- resultan mucho más rápidas y precisas que las de cualquier mesa de discusión de algún noticiario de radio.
Es decir, aunque tiene muchas cosas malas, lo cierto es que en la radio que se hace hoy en México se pueden escuchar bastantes opciones de
calidad, pero que las grandes audiencias no están dispuestas a consumir. La radio pasó de ser el medio de las grandes mayorías a convertirse en
un medio de nicho, por lo que un anuncio, como el que se hizo hace unas semanas en Noruega que indicaba que para 2017 la FM sería sustituida
por la radio digital, no impacta del todo, especialmente para quienes suelen escuchar la radio a través de aplicaciones o de una página web.
El único medio que ha conservado su esencia a lo largo de los años es la radio, inclusive, ha superado los cambios de plataforma, lo cual, con el
“apagón digital” podría llegar a su fin… pero lo mismo dijeron en los años 40 cuando llegó a televisión… y en los 90 cuando llegó el Internet… y
durante la primera década del 2000 cuando llegó iTunes… Y la radio sigue ahí. La radio, como medio, tecnología y formato, no morirá nunca, sólo
se transformará. Y, aunque espero que no pase nunca, cuando volvamos a enfrentar una emergencia como la de 1985 veremos que seguirá siendo
de mucha utilidad durante varios años más. Regresaremos a los básicos. Así de simple
F.Jose Miguel Romero
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