Ondas que provocan. Radio Illimani, los Estados y
el nacionalismo es un libro de Cristóbal Simón Coronel Quisbert. Se
constituye ahora en referencia obligatoria para quienes deseen conocer
el surgimiento de las tecnologías mediáticas y los entornos que se
modificaron con su incorporación, específicamente en el contexto
boliviano. La Fundación Friedrich Ebert y el diario Los Tiempos
efectuarán una presentación - debate del trabajo, el martes 18 de
agosto, a las 19.00 horas, en la segunda entidad (Plaza Quintanilla).
Además de por el autor, el libro será comentado por Gustavo Soto
Santiesteban, doctor en Comunicación Social; Dolores Arce, directora
ejecutiva del Centro de Producción Radiofónica (CEPRA) y Fernando
Andrade, director de la Radio Kancha Parlaspa. Publicamos el texto de
presentación inserto en el libro.
Las primeras ondas de
la radio en Bolivia y particularmente en la ciudad de La Paz surgieron
en la década de los años veinte del siglo pasado, entre otros
esparcimientos algo aristocráticos como las retretas, los dancings
(fiestas bailables), los paseos a caballo, los días de campo, las
corridas de toros, las funciones de teatro y el biógrafo (el cine).
Eran
tiempos en los que quienes poseían un receptor escuchaban la radio en
animadas tertulias nocturnas acompañadas de té, galletas y nata. Para
quienes no lo tenían, se abrieron unas muy particulares “oficinas de
audición”, en algún centro comercial de la ciudad.
Las sesiones
de radio se reducían a un par de horas, generalmente por la noche, entre
las ocho y las diez. El charlestón, el foxtrot, el paso doble y, por
supuesto, el tango, eran el condimento musical de esas seguramente muy
románticas audiciones.
Eran retransmisiones de emisoras
argentinas y peruanas, e incluso estadounidenses. Hasta que un sábado en
la tarde, el 2 de marzo de 1929, Radio Nacional de Bolivia, la
emblemática emisora de los hermanos Rodolfo y Enrique Costas Escóbar,
inició oficialmente sus emisiones bajo el código CPX, onda corta.
La
planta de transmisión de Radio Nacional de Bolivia estaba en la Ceja de
El Alto, para su escucha se instalaron ocho poderosos parlantes en
esquinas estratégicas de la ciudad. En la plaza San Francisco y en la
actual plaza Venezuela, por ejemplo. Y los “noticiosos” no eran otra
cosa que la solemne lectura de las noticias que traían los diarios de la
época.
Llegó la guerra y con ella un no poco curioso pero
ilustrativo comunicado del “Centro de Propaganda y Defensa Nacional”,
que en fecha 29 de junio de 1932 definía así el papel de la
radiodifusión: “[... debe] conectarse con la raza indígena, ya sea en
aymara o quechua, organizando conferencias y enseñanzas apropiadas que
serán amenizadas con variados programas musicales”.
En 1951, la
radio en Bolivia tenía ya los pantalones largos. Y radio Illimani estaba
en el aire. Tanto así que fue capaz de transmitir, desde Copacabana, la
ceremonia de entrega de un obsequio a la Virgen, un manto y un misal.
Ha tenido que ser esa, la primera transmisión “en vivo y en directo” de
la radiodifusión boliviana.
Pero no se crea que solo de lo local
se ocupaba la emisora pública, también en ese 1951 se difundió la
radioteatralización de “Don Quijote de la Mancha”, una producción de la
BBC de Londres, producida en 1948.
Como no podía ser de otra
manera, Radio Illimani fue para la Revolución Nacional, la de 1952, una
pieza clave para la emisión de sus postulados. Don Juan Lechín Oquendo,
por ejemplo, ocupaba los micrófonos de la emisora prácticamente todos
los días, a las nueve en punto de la mañana.
Nos detenemos aquí,
estimado lector, para que sea usted quien recorra esta extraordinaria,
fascinante, rigurosa y detallada historia de la radiodifusión paceña
que, bajo el título Ondas que provocan. Radio Illimani, los Estados y el
nacionalismo, nos trae Cristóbal Simón Coronel Quisbert, comunicador,
periodista e investigador.
La historia que las páginas de este
libro cuentan -destacando el significado de la radio en la vida
cotidiana de la gente y deteniéndose en acontecimientos políticos,
sociales y culturales de gran trascendencia para el país-, llega hasta
nuestros días, cuando Radio Illimani se convierte en Radio Patria Nueva.
En
estas páginas hay, además, y quizá como su más significativa sustancia,
un alegato por una de las más sentidas necesidades de la comunicación
en democracia: la construcción de una verdadera radio pública en el
país.
F.OCombom
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