Ahora, sin él, algo se nos viene abajo, sin que se le haya reconocido sus aciertos, y más bien, se le haya criticado, toda vez, que como dice el refrán, “la verdad ofende y duele”
El pasado sábado día 9 de julio, salía de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria, entre una auténtica multitud, que había acudido a la ordenación de tres diáconos (que lo serán de presbíteros en Septiembre), y a los que -dicho sea de paso-, invité -a los tres- a que vinieran a “Tierra Guanche”, para ser entrevistados, sobre esa locura de meterse a curas, cuando somos tan denostados, perseguidos, criticados.., y cuando salgo, sin poder distinguir quién lo dijo, oí la voz de un varón, que a mi paso -me venía con prisa, para no llegar tarde al yoga- dijo: “¡ahí va el amigo de Andresito!”. Y cierto, me quedé rumiando la frase, y creo llegué a Lomo Magullo, pensando en ello: yo, un servidor, amigo de Andresito; no sabía si lo dijo con referencia a Don Carmelo Martín, si solo pensando en el anciano Andresito, si lo dijo con ironía, aprecio y amistad, o como insulto; la verdad, que no me volví a ver quién lo dijo, pero…, ahora, que Andresito se nos va, se calla, enmudece (para no dañar la voz de quien se la presta), y que casi ha quedado ronco, por ello, después de darle vida -a un personaje, que es ficticio- durante una década, que como dijera el otro, no es moco de pavo.
Y por y con menos, se han hecho tesis doctorales, o al menos de Licenciatura, pues no en vano, se ha tratado de un comunicador, de alguien que ha irrumpido en la vida social, política, económica, religiosa, etc., de esta ciudad y hasta donde llegan las ondas y el Internet. Y claro, no haré la tesis anunciada, porque esto me llevaría a muchas horas, para descubrir grabaciones e intervenciones miles, con cuánta verdad y denuncia ha hecho ese inexistente anciano, pero que ha sido la opinión de la mayor parte de los que gustan la verdad y la justicia. Ahora, sin él, algo se nos viene abajo, sin que se le haya reconocido sus aciertos, y más bien, se le haya criticado, toda vez, que como dice el refrán, “la verdad ofende y duele”. Y si otra cosa no ha hecho Andresito, es no ponerse un esparadrapo en la boca, y libre, con su ronquera, ha gritado a los cuatro vientos: corruptelas, abusos, atropellos, injusticias, mentiras, etc. No faltaron, los que lo creyeron loco, y al respecto, añado: “¡bendita locura!”, que tantas denuncias y verdades nos ha dicho, y aún sin existir, lo han llevado a tribunales incluso, algo así como si se denunciara a los muñecos de Mary Carmen o a los de José Luis Moreno u otros; que es cuestión de sátiras, de juegos, de utilizar a un muñeco -en este caso de carne y hueso-, para decir lo que es el pensar del pueblo, o abrir los ojos y hacer pensar y ayudar a reflexionar, que es lo que ha hecho.
Que esa si es locura, ¡la quiero tener, y tal vez, hasta la comparta!; por eso en la casa grande de la Diócesis, la Catedral, alguien como voz que viene de arriba, me dijera, “¡ese, es el amigo de Andresito!”, que si cierto, es porque “Dios los cría y ellos se arrejuntan”. Pero, no hable de mí, sino de la pena que dar saber no lo vamos a volver a oír, sin que haya para él una despedida digna, dejando un hueco difícil de rellenar, con un agradecimiento y hasta un homenaje popular donde su caricatura aparezca, y se le aplauda, y se comente y resuma su labor impagable digna de los mejores y más atrevidos periodistas, por cuanto durante tanto tiempo, nos ha dicho, atreviéndose a decir, lo que nadie, por cobardía, temor a represalias, falsedad, etc., no se han atrevido, cuando él, un “hombre, que por su edad”, no temía perder prestigio, y así no dejó títere con cabeza, fustigando a los corruptos, las mentiras, la tropelías…, Andresito, tienen el gran mérito -no visto aún en nadie- de no callar, y haber dicho a todos lo que pensaba.
Y si algo hay que añadir, es que absolutamente nadie quedó indiferente antes sus opiniones o intervenciones, que fueron comentadas, escuchadas, criticadas, respetadas, según quiénes, haciendo sonreír a la mayoría, pensar a todos, y un resquemón a más de cuatro, por aquello de que “el que se pica, es porque ajos come”. HA SIDO ANDRESITO, EL PROFETA PROFANO, A TRAVÉS DEL CUAL, HEMOS OÍDO PALABRAS, QUE DIOS PUDIERA HACER SUYAS, como le es propio, por ser la fuente de la verdad, la justicia, la denuncia, etc.. Necesitamos de muchos Andresitos; y ojalá le salgan “nietos”, que sigan las huellas del “abuelo”, aunque mucho me temo que no vaya a suceder, pero esperemos al tiempo, a ver qué sucede. Una cosa si es cierta: la Radio, los Medios de Comunicación Social, pierden al mejor comunicador; con él, la socarronería, la sabiduría popular, la sagacidad investigadora, el riesgo de adivinar, intuir, verlas venir, etc., que dan los años y la libertad, de quien no tenía nada que perder, sino el odio y la antipatía que ganar, por parte de unos pocos, del que había alcanzado algún rastrillazo, pero el aprecio y la amistad, de los que lo lloran, por perder el vocero que abría los ojos a más de cuatro, para señalar lo indigno, lo amoral, lo injusto, los abusos, etc.
Creo, radio Aventura S21, pierde a su mejor valedor, pero toda vez, que su inspirador sigue, nada hemos perdido, ahora ya sin su característica voz ronca y carrasqueo, Andresito sigue vivo en quien le dio vida y seguirá hablando a través de Don Carmelo Martín, a quien agradecemos haya creado a un personaje a su imagen y semejanza; razón, por la cual, nada o poco hemos perdido, porque con cambio de voz, vamos a seguir escuchando al mismo Andresito, sin Andresito. Gracias al citado, por habernos dado tantas buenas noticia, por habernos descubierto tantas verdades y corruptelas, denunciado a tanto corrupto, que al fin -además de formar y entretener- es la razón principal de un Medio de Comunicación: “Radio Aventura, Siglo 21”, nos ha dado lo mejor de su producción: el anciano Andresito, que difícilmente olvidaremos, y más, porque espero que rescatadas algunas frases suyas, le sigamos oyendo al menos en esas fracciones de segundos, en cuñas, antes o después de ciertos contenidos.
El padre Báez, el mismo, que por la voz de un anónimo señor en la Catedral el día señalado al comienzo, me definió, como “el amigo de Andresito”, a lo que hoy, sin que él mismo me oiga -tal vez sí (me lea)- le digo: “¡a mucha honra!”
F.RAventura
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